NIETZSCHE, mi Nietzsche, mi buen Nietzsche (no ese otro de los otros) es tan fascinante porque habla al alma y de cosas del alma como Carmen le hablaba de amor a Don José. "Uno no se aburría con aquella muchacha" le decía éste a Merimée, la noche antes de morir por ella. Y tampoco nosotros nos aburrimos con Nietzsche. Nietzsche no fue un filósofo; fue el caso extremo de una casi completa sublimación de Eros.
Fue también otra cosa; lo sé.
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