Pilade, Elettra, Oreste, a morte tutti;
e tu pur, donna, ove da me ti scosti.
¿No es así cómo se expresa, entre la consternación y la ternura de los suyos, el setentón Antonio, cuando se tira al suelo, y ahí se desahoga de sus "complejos", imitando la guerra entre partisanos y "guastatori" alemanes; sabe Dios de parte de quién está íntimamente?
Propondría que cada vez ORESTE fuera representado por el pequeño Antonio y por otros de sus compañeros y compañeras. Se las arreglarían estupendamente; y la Sombra pacificada del poeta aplaudiría -estoy seguro- desde los Campos Elíseos.
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