11.3.12

53.

EL POETA, EL PERRO Y LA GALLINA. El poeta Sandro penna le tenía mucho cariño a una gallina, que su madre (posiblemente a causa de los huevos) dejaba que estuviera libre por la casa, como si fuera una persona. Pero más tarde tuvo también una perra grande; y de pronto se aburrió de la gallina. "Ojalá -decía- que la perra se comiese a la gallina. Yo incluso se la ofrezco. Pero ella -es cosa de verse- no quiere. Tuerce el morro para otra parte".

Torcía el morro porque pensaba que Penna se la ofrecía para tentarla; y, si cedía a la tentación, castigarla. En contra del mandamiento del amo primigenio -asumido desde milenios, hecho autónomo-: NO MATARAS A NINGUN ANIMAL DE MI-TU CASA, no podía nada la incitación, o la orden, del amo actual. Y si Penna quería de verdad desembarazarse de una incómoda amiga, tenía que haber recurrido a otros medios.

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