RELOJES. El tiempo es redondo; vuelve sobre sí mismo. Y los relojes, que sirven para marcarlo, tendrían también que ser redondos. De hecho lo fueron: desde que los inventaron hasta ayer.
El uso, que se ha establecido firmemente, de darle a los relojes forma cuadrada, triangular, octogonal, es uno de tantos minúsculos indicios de la decadencia de nuestra época. Uno entre miles.
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