4.3.12

46.

VERDI. Me gustaba poco, en mi primera juventud, este artista, casi demasiado genital para ser un artista. "Todos sus personajes -decía- cantan divinamente con aliento a vino". Pero aquel "divinamente" lo añadí más tarde.

Fue una noche, en el cuartel. Estaba solo en el blanco e inmenso dormitorio, cuando otro quinto (Gobbetti se llamaba; era lombardo, o mejor dicho, milanés) entró de repente, cantando "Bella figlia dell´amore". Toda Italia, con sus mares, sus montes, sus ciudades, me entró en el corazón como un fulgor "azzurro".

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