3.3.12

23.

LOS QUE, y son muchos, creen todavía que las guerran se desencadenan por motivos económicos, es como si dijeran que los alemanes han asfixiado a cinco millones y medio de judíos con el fin de disponer de más cantidad de fertilizante. Los han asfixiado por otros motivos (por alguna oscura reacción física, de cervecería); después de matarlos, entonces han aprovechado -¿y por qué no?- los cadáveres en beneficio del (nuevo) pueblo elegido.

Las guerras se combaten porque el hombre es un animal agresivo; el más agresivo, posiblemente, de la creación. Siente que, si no se deshace de su propia agraesividad, se volverá contra él; que, si no ataca a los demás, termina, antes o después, por atacarse a sí mismo. Y esto lo haría sufrir más que ir a la guerra. De este modo (la vía a la sublimación es larga, difícil, accesible a pocos) prefiere morir matando, antes que matarse a sí mismo, en el silencio de su propio cuarto.

El viejo Moltke le atribuía a la guerra un origen "religioso" (tendría que haber dicho instintivo). Causas económicas "coexisten"; son, en gran parte -al menos hoy- pretextos a disposición del instinto de muerte.

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