11.3.12

63.

BACO, TABACO Y VENUS, y otros estupefacientes,

62.

SENTIDO DE ORIENTACION. Mi amigo Sergio Solmi era, para el que iba con él por la calle, un mal acompañante. Fuera porque no era capaz de interrumpir el hilo de sus pensamientos, fuera porque hubiera perdido, en alguna torpe investigación de la infancia, el sentido de la orientación, se acababa siempre, cuando se iba con él, llegando tarde a las citas, al tranvía, al tren; se acababa cogiendo en definitiva el camino equivocado. Cuántas veces le habré echado en cara este defecto, cuando me acercaba a verlo a la industriosa Milán.

Una vez lo arrestaron los nazifascistas (¡vaya palabra!) que lo condujeron a una especie de Via Tasso. A poco, les rogó que le indicaran donde quedaba el baño. Fue, escoltado por un centinela. Cuando salió, el centinela (quizá cansado de esperar) ya no estaba. Se dispuso a volver por sí solo a la celda; pero tomó -también esta vez- el camino erquivocado. Se encontró, sin quererlo, en la puerta de la cárcel. Ningún nazifascista ha vuelto a verlo.

Y ahora, ¿qué voy a decirle yo, cuando pueda volver a abrazarlo? ¿Le echaré en cara su falta de sentido de la orientación? ¿O le diré que, a veces, nuestros defectos -como el ángel de la guarda- nos llevan de la mano?

61.

FREUD. La implacabilidad de la rectitud, la rectitud hasta casi el sadismo. "No se llega a pactos con la verdad; es mejor -si no se puede otra cosa- morir honestamente".

Estas palabras, que de él me han hecho llegar, son una dura máxima de higiene. Le habrían gustado mucho a un precursor: a Nietzsche.

60.

HEINE. Salió de la Revolución Francesa (y de otras cosas) como un gran tambor de Napoleón. Igual que el veterano Legrand -con el que se había identificado (escuchándole, de pequeño, contar historias)- creía que luchaba por toda Europa en una furibunda diana de libertad...

pero el BUCH DER LIEDER -escribió un francés antisemita- se leerá mientras haya jóvenes que amen a las muchachas.

59.

NIETZSCHE, mi Nietzsche, mi buen Nietzsche (no ese otro de los otros) es tan fascinante porque habla al alma y de cosas del alma como Carmen le hablaba de amor a Don José. "Uno no se aburría con aquella muchacha" le decía éste a Merimée, la noche antes de morir por ella. Y tampoco nosotros nos aburrimos con Nietzsche. Nietzsche no fue un filósofo; fue el caso extremo de una casi completa sublimación de Eros.

Fue también otra cosa; lo sé.

58.

NOVELAS POLICIACAS. Lo mismo que de las novelas de caballería nacieron el ORLANDO FURIOSO y el DON QUIJOTE, es posible que, un día, un gran autor saque, del arruinado material gris de las novelas policíacas, una obra popular y de estilo.

57.

NOVELAS POLICIACAS. Ha sido la única literatura contemporánea verdaderamente popular. Llena de cosas, de hechos, de episodios, extremadamente divertidos (acaso no tendría que ser así siempre una novela?). Ingleses también en esto: en ningún otro país del mundo (creo) es concebible un amor tan descarnado de la población por los agentes de policía; ni en éstos una tal amabibilidad para con la población.

Recuerdo siempre este episodio. Una señorita vaga, desarbolada, por las calles de Londres. Es de noche. Un enorme "policeman" se le acerca, se lleva la mano al casco, le pregunta tímidamente: "Le pasa algo, señorita? Se siente mal?".

56.

NOVELAS POLICIACAS. Todo arte (toda actividad) tiene, durante un largo período, su "clima", el único en el que alcanza la perfección. El "bel canto" es italiano, el cine norteamericano, la novela policíaca inglesa.

Se basa en una disposición legal que no permite, en Inglaterra, el arresto de un sospechoso si no se tiene una "prueba" suficiente de su culpabilidad que pueda llegar a convencer a un jurado. Entretanto, el asesino, dejado en libertad, sigue -para gozo del "inocente" (?) lector- la serie de sus homicidios. Eso es lo que ha pasado, bajo nuestros estupefactos ojos, en Europa. El nazismo -inmensa novela policíaca (repito: todo en una época se relaciona entre sí)- tuvo ante sí, antes de que los ingleses se decidieran a intervenir, y a hacer intervenir a los otros, todo el tiempo que le hizo falta.

55.

NOVELAS POLICIACAS. Recuerdan a las interminables aventuras de los caballeros andantes. En lugar del caballero han puesto a un policía. Pero (como todo en una época se relaciona entre sí) el policía es un aficionado (si bien por un motivo diferente) a la técnica del psicoanálisis. La pista reveladora está siempre donde nadie la busca.

54.

DRAMA DE TRES PERSONAJES (vivos en cada uno de nosotros). El ELLO -desde las profundidades oscuras, orgánicas, aún inexploradas: "Da -grita- el golpe". "Si lo das -interviene inmediatamente el SUPERYO- te castigo hasta la muerte; y (nunca se sabe) incluso (si me fuera posible) hasta más allá. Pero, si no lo haces, eres un miserable". - Y el pobre YO grita, como Fausto: "Por qué he nacido".

53.

EL POETA, EL PERRO Y LA GALLINA. El poeta Sandro penna le tenía mucho cariño a una gallina, que su madre (posiblemente a causa de los huevos) dejaba que estuviera libre por la casa, como si fuera una persona. Pero más tarde tuvo también una perra grande; y de pronto se aburrió de la gallina. "Ojalá -decía- que la perra se comiese a la gallina. Yo incluso se la ofrezco. Pero ella -es cosa de verse- no quiere. Tuerce el morro para otra parte".

Torcía el morro porque pensaba que Penna se la ofrecía para tentarla; y, si cedía a la tentación, castigarla. En contra del mandamiento del amo primigenio -asumido desde milenios, hecho autónomo-: NO MATARAS A NINGUN ANIMAL DE MI-TU CASA, no podía nada la incitación, o la orden, del amo actual. Y si Penna quería de verdad desembarazarse de una incómoda amiga, tenía que haber recurrido a otros medios.

52.

ORO. Mefistófeles sabía -y no sabía- qué significaba para él aconsejar al Emperador, pobre y deseoso de hacer la guerra, que hiciera estampar el primer papel moneda. Facilitó con su consejo (premurosamente acogido) el estallido de las guerras; mas le dio, al mismo tiempo, el más rudo golpe a la avaricia, de la que también sacaba mucho combustible para su fuego.

Es más fácil para el hombre liberarse de un trozo de papel que de un anillo de oro.

51.

RELOJES. El tiempo es redondo; vuelve sobre sí mismo. Y los relojes, que sirven para marcarlo, tendrían también que ser redondos. De hecho lo fueron: desde que los inventaron hasta ayer.

El uso, que se ha establecido firmemente, de darle a los relojes forma cuadrada, triangular, octogonal, es uno de tantos minúsculos indicios de la decadencia de nuestra época. Uno entre miles.

4.3.12

50.

PERIODICOS. Es ésta -me gustaría decirlo en un buen momento- la época de oro de la prensa italiana. Mejor incluso que la anterior a la guerra.

Sorprende -me gustaría decirlo igualmente en un buen momento- la gente que se agolpa de mañana en torno a los quioscos de prensa, donde cpmpra -sin esconderse- periódicos de todos los partidos. El que ha comprado, por ej., L ´UNITA, de inmediato despliega las páginas, y se aleja leyendo, sin ni siquiera una mirada de desprobación hacia el que ha comprado, por ej., el RISORGIMENTO LIBERALE.

En los quioscos de prensa -de nuevo alegres- la gente, muy democráticamente, ni siquiera se mira. Se ignora.

49.

LECTOR MIO, que no te engañe la apariencia, a veces paradójica, a veces incluso juguetona (?) de (algunos) ATAJOS. Todos nacen de más de diez experiencias de vida, de arte y de dolor.

Son, por encima de todo, supervivientes, de alguna manera, de Maidaneck.

Roma, marzo 1945